No speed limit for destruction



El vapor era infernal, la maldita primavera. Calores y sudores. Bochornos, chamacas en minifalda, tangas de fuera, escotes, senos al aire en blusas transparentes.La toalla sanitaria le había rosado toda la zona vaginal por el calor demencial. Nicho húmedo, récord de placeres, nido culpable de suicidios, varios.

Era alérgica a los tampones. Se escabulló en una esquina y boto el pañal femenino detrás de un Maverick blanco. Regina sabía que los hombres seguían tartamudeando cuando ella pasaba entre ellos. Podía oler sus vergas sedientas a kilómetros. Conseguía entrar gratis a los bares, aventones a cualquier parte de la ciudad, tacos gratis. Incluso lograba que el policia de Waldos no la acusara de robar. Bastaba con que le mostrara los calzones en la bodega, para que el bastardo corriera a jalarsela.

Regina obtenía casi cualquier cosa que un hombre pudiera ofrendarle. Ejecutivos y microbuseros caían por igual entre sus piernas.
Pero de Joel no podía obtener ni una pinche sonrisa. Coincidían siempre que sacaban la basura. Joel vivía alienado, asexuado. Era el único hombre del cual no podía obtener una mirada lasciva. Y eso la volvía loca.

Joel estaba enfermo de tristeza. Podía estar parado junto a una super vieja sin hacer nada. No talking, no fucking, no dancing, no drinking, no living. Vivía nefasteado por su conflicto químico-emocional-hormonal-intelectual.

Regina intento hablar con él en varias ocasiones. Joel inmutable. Sin que un solo cabello se le despeinara, caminaba lentamente hacia el departamento 28. Era un zombie. Se rumoraba que había perdido a su novia Lucila en una apuesta. Por supuesto eso era mentira. Lo único que Joel había apostado era a que Lucila sobreviviría el impacto en aquel viejo Maverick blanco.

El dormía una hora diario, para que cuando llegara el fin de semana tuviera mucho, mucho sueño
y no tuviera que extrañarla despierto.


para la serie moscasmuertas.com

A letter for a lover.

By Malcriada on 8:34 p.m.

Comentarios (3)

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Los hombres son capaces de asesinar, comprar casas, autos, joyas. Pagar cuentas exuberantes. Soportar pláticas plásticas y gastar muchos miles por una mujer. Todo por un buen trozo de carne caliente, doblada, negra, dulce.
Empanada de dioses.



Justo ahora mientras hablamos, lo noto, estas adiestrado ya. Siempre lo estuviste. Tus ojos asienten ante cada celula mía, tu baba de perro me escurre por todo el culo y yo me la unto con miel. Reaccionas eléctrica y químicamente ante cada minúsculo movimiento de mi vagina.

Estas en mi mano, en las dos, tu lujuria es tan obvia. Me haces pensar en la adolescencia
y entonces te conviertes en el nerd escuálido, en el guapo de laboratorio, eres el culero que me ponía sobrenombres en segundo grado, eres mi maestro de álgebra. Y te lo grito, no paras de decirme que estoy "bien pinche rica" y a mi me da más pinche risa.

Eres basura pura, basura de la buena. Coges como solo un hombre de 30 sabe hacerlo. Me confundes con tu mujer, después te alegras de que no sea ella. Tienes esa mirada intensa que me atraviesa las tetas y los ojos, mientras estoy encima de ti. Y como si fueras un mosco te atascas de mi sangre hasta reventar. Muerte súbita.


para la serie moscasmuertas.com