Bésalo en mi nombre.


Las cosas tal y como las conozco dejaran de ser así con el tiempo
poco a poco dejaré de conocer lo que me rodea, me perderé y me desvaneceré
esa idea me aterra día a día.

Mi día empieza y termina en una cama, nunca la misma.
Decidí visitar al "afgano" un chileno que parecía de medio oriente, su verdadero nombre era Víctor. Vendía el mejor hash...era viernes santo y el público del metro había cambiado, los obreros habían decidido dormir en sus catres y los clasemedieros culpos preferían gastar sus grises sueldos en las calles de la ciudad.

Amo la semana santa, amo ver cómo los creyentes se escandalizan con mis piernas rojas, las mujeres evitan vérmelas. Amo ver como el pulcro deseo de sus esposos asalta sus húmedas braguetas. Y luego se sienten culpables por haberse atrevido a imaginar semejantes puercadas con una mujer de mi tipo. Sus esposas saben lo que me están mirando, saben con qué cara lo están haciendo y probablemente también saben lo que están pensando. Ellas se callan, evaden la mirada, juegan con los dedos pero nunca observan mis piernas rojas.

Víctor tenía 20 años a pesar de su corta edad estaba lleno de experiencias, viajes, mujeres y cicatrices. Grotescas cicatrices de enfermedades virulentas y peleas de arrabal. Tenía 10 años boxeando y podría asegurar que una cicatriz por cada uno de esos años. Tenía el mejor hash de todo el norte de la ciudad. Básicamente nos reuníamos para fumar y morir de risa, ver videos "beta" de algunas de sus peleas, fajar, pero sobre todo besar. Hay pocos hombres que saben usar la boca y víctor era un tahúr del beso. Sabía jugarlos, tomaba sabias decisiones y apostaba siempre por los más húmedos y largos, en pocas palabras SE LA SABÍA. Nunca me han interesado hombres menores, no me gusta cambiar pañales.
Víctor era la excepción.

Hace dos días lo encontré en un bar, el tenía una nueva y bella nena. De pronto me sentí miserable por extrañar sus besos. El desapego por las cosas que dejaré de ver, por las personas que dejare de poseer, de coger, de lamer. Víctor era cómplice de mis crímenes pasionales simplemente el amante de siempre. El sabía cada unas de mis mentiras y tenía evidencia suficiente cómo para que hordas de chicas me hicieran brujería.


Nada, solo mucho vino y un poco de nostalgia


para la serie moscasmuertas.com